Clara ya está de vuelta. Lo sé, he tardado. Una semana, ni más ni menos. Pero tengo justificante. Y de los buenos, justificante médico. Recapitulemos y empecemos por donde lo dejamos. Marido llegó sano y salvo, después de 48 horas de viaje, cansado y muy guapo. Aunque yo creo que después de 3 semanas sin verlo, si hubiera venido con un ojo de menos o sin pelo, lo hubiera visto guapo igualmente. Después de un fin de semana de turismo jalapeño, parques, catedrales y museo incluido, reorganizamos las maletas y pusimos rumbo a Veracruz para empezar las vacaciones.
Llegados a este punto, quiero hacer una aclaración importante sobre nuestras vacaciones. Necesariamente tienen que cumplirse dos circunstancias. La primera, es que haga mal tiempo. Preferiblemente con lluvia, mucha lluvia, pero si solo hace frío y está nublado, también vale. Y para quien crea que exagero, solo diré que hace algunos años nos escapamos 4 días a la costa tropical de Granada, en la que aseguran que solo llueve 4 días al año. Adivinad que días fuimos ... En fin, la premisa de la lluvia quedaba ampliamente cubierta cuando salimos de casa y diluviaba. Por primera vez, en todas mis mañanas en Xalapa, llovía. Y no dejó de hacerlo en todo el camino a Veracruz, donde arreciaba una tormenta tropical. La segunda circunstancia obligatoria, es que me ponga mala. Mala, malísima. De la muerte. Y eso ocurrió exactamente en el momento en el que puse un pie en mi habitación. Doy gracias a dios, porque pasara justo en ese instante y no antes, en el autobús de camino, ni en el taxi que nos trajo al hotel.
Y así, a medida que fueron pasando mis primeras horas aquí, me fui deshaciendo en líquidos y fiebre, con un virus muy oportuno que me dio la bienvenida, llevándose mis fuerzas, mi ánimo, las ganas de comer y beber, y un poquito de mi dignidad. Que no cunda el pánico, que han sido solo 24 horas y ya estoy perfectamente, aunque los ratitos que he pasado en este hotel de dudosas 3 estrellas, no se los deseo a nadie.
Casualmente, el año pasado por esta misma fecha, en la que se cumple nuestro sí quiero (en la salud y en la enfermedad) mi hermana sufría similar y devastador virus en una isla de aguas turquesas y peajes escandalosos. Y gotero en vena, inaugurábamos la temporada de vacaciones. Este año repetimos, pero cambia la protagonista. Lo voy a llamar "el virus del aniversario" y ¡ay! de aquel que se encuentre cerca de nosotros el año que viene ...
Pues eso, que estoy de vuelta, y que como ya ha habido mucha lluvia, y mucho mal cuerpo, creo que he cumplido (cum laude) las dos condiciones necesarias que hacen que pueda empezar a disfrutar de mis vacaciones. Quedan inauguradas.
Llegados a este punto, quiero hacer una aclaración importante sobre nuestras vacaciones. Necesariamente tienen que cumplirse dos circunstancias. La primera, es que haga mal tiempo. Preferiblemente con lluvia, mucha lluvia, pero si solo hace frío y está nublado, también vale. Y para quien crea que exagero, solo diré que hace algunos años nos escapamos 4 días a la costa tropical de Granada, en la que aseguran que solo llueve 4 días al año. Adivinad que días fuimos ... En fin, la premisa de la lluvia quedaba ampliamente cubierta cuando salimos de casa y diluviaba. Por primera vez, en todas mis mañanas en Xalapa, llovía. Y no dejó de hacerlo en todo el camino a Veracruz, donde arreciaba una tormenta tropical. La segunda circunstancia obligatoria, es que me ponga mala. Mala, malísima. De la muerte. Y eso ocurrió exactamente en el momento en el que puse un pie en mi habitación. Doy gracias a dios, porque pasara justo en ese instante y no antes, en el autobús de camino, ni en el taxi que nos trajo al hotel.
Y así, a medida que fueron pasando mis primeras horas aquí, me fui deshaciendo en líquidos y fiebre, con un virus muy oportuno que me dio la bienvenida, llevándose mis fuerzas, mi ánimo, las ganas de comer y beber, y un poquito de mi dignidad. Que no cunda el pánico, que han sido solo 24 horas y ya estoy perfectamente, aunque los ratitos que he pasado en este hotel de dudosas 3 estrellas, no se los deseo a nadie.
Casualmente, el año pasado por esta misma fecha, en la que se cumple nuestro sí quiero (en la salud y en la enfermedad) mi hermana sufría similar y devastador virus en una isla de aguas turquesas y peajes escandalosos. Y gotero en vena, inaugurábamos la temporada de vacaciones. Este año repetimos, pero cambia la protagonista. Lo voy a llamar "el virus del aniversario" y ¡ay! de aquel que se encuentre cerca de nosotros el año que viene ...
Pues eso, que estoy de vuelta, y que como ya ha habido mucha lluvia, y mucho mal cuerpo, creo que he cumplido (cum laude) las dos condiciones necesarias que hacen que pueda empezar a disfrutar de mis vacaciones. Quedan inauguradas.
Que mala suerte amiga, enfermar en tus vacaciones caribeñas!! Espero que los virus te dejen disfrutar de tus merecidas vacaciones. Ya nos irás contando.bss de la faraona
ResponderEliminarPrueba superada faraona, ya empezaron las vacaciones :) un besote para la barrigota!!
ResponderEliminarCuanto siento el inicio de vacaciones, lo bueno es que sólo podía mejorar, los gitanos tampoco quieren buenos principios para sus hijos, jeje. Estoy siguiendo a duras penas el blog porque llevamos dos semanas sin conexión a internet por cambio de compañia... a salto de mata que dirían algunos. Un besote desde el centro
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