La semana pasada tocó limpieza general y cambio de armarios. Es algo que he heredado de mi madre y seguramente mi madre lo hiciera de mi abuela. Cuando llega el cambio de estación, los armarios se airean, la ropa se revisa, se guarda la que no toca y se saca la del año pasado. Es la tradición. Y no veáis qué coñazo. Estoy deseando ser rica y hacerme un vestidor como mi cocina de grande, y que luego pueda entrar en plan visita turística: a la derecha pueden contemplar la temporada otoño-invierno, a la izquierda primavera-verano y si se fijan bien, al fondo zapatos, botas y complementos. Que no tenga que hacer todo el procedimiento cada seis meses por dios. Montones de ropa en la cama, revisa, dobla, plancha, pruébatelo, te queda pequeño, está pasado de moda …
Y encima llueve, ya sé que no es el mejor día para guardar el paraguas y el abrigo. Pero es que mi armario se había convertido en una salvaje jungla en la que se mezclaban polares con mangas cortas y bufandas con bañadores. El estado de caos y desorden de mi armario me estaba desestabilizando emocionalmente, lo juro. Que una no puede levantarse por la mañana con las legañas puestas y al ir a elegir modelito veraniego toparse con las rebecas de lana … a esas horas madrugadoras todo debe estar claro, conjuntado y a mano.
Pues ya de paso he aprovechado para tirar todas esas cosas que tengo en el armario, que llevo años sin ponerme y que tienen polillas de tanto esperar. Y es que, que levante la mano aquel que nunca haya dicho, esto lo voy a guardar por si un día me lo pongo … o en cuanto pierda unos kilillos me quedará estupendo … si seguro que en cinco años se vuelve a llevar … Pues así tenía yo bufff, ni lo sé. Y os doy un consejo, si ese jersey verde lleva más de dos temporadas en el cajón y no te lo has puesto, no te lo vas a poner nunca más, os lo aseguro. He hecho el experimento miles de veces, y siempre con igual resultado. Así que he sacado más de dos bolsas de ropa (entre mi futuro y yo) que no me voy a poner más y que han dejado el armario de lo más colocadito, amplio y oliendo a lavanda que da gusto.
Y como no me parecía suficiente, y ya que estaba metida en faena, el espíritu de maruja me ha invadido y lo que ha empezado como una tarde de cambio de armarios, ha terminado con una limpieza general en toda regla: el baño, las habitaciones, el salón … y en la cocina me he parado, que eso se merece un capítulo aparte. Una semana entera me ha llevado dejar mi casa como los chorros del oro. Para que ahora se ponga a llover de nuevo y mis ventanas dejen de parecer transparentes (ains).
Y que conste que no es que me guste estar todo el día meneando el estropajo o la fregona, pero ahora todo se ve tan limpito y ordenado que da gusto. Ha merecido la pena el palizón … menos mal que el espíritu de la limpieza solo me posee un par de veces al año.
PD. Ya te dediqué una entrada a su debido tiempo, y hoy me reitero en la idea. Emocionada estoy con tu comunicado de esta mañana. Te deseo lo mejor en tu nueva vida, la que hoy empieza y en la que estoy segura de que serás muy afortunada. Feliz independencia.
Y encima llueve, ya sé que no es el mejor día para guardar el paraguas y el abrigo. Pero es que mi armario se había convertido en una salvaje jungla en la que se mezclaban polares con mangas cortas y bufandas con bañadores. El estado de caos y desorden de mi armario me estaba desestabilizando emocionalmente, lo juro. Que una no puede levantarse por la mañana con las legañas puestas y al ir a elegir modelito veraniego toparse con las rebecas de lana … a esas horas madrugadoras todo debe estar claro, conjuntado y a mano.
Pues ya de paso he aprovechado para tirar todas esas cosas que tengo en el armario, que llevo años sin ponerme y que tienen polillas de tanto esperar. Y es que, que levante la mano aquel que nunca haya dicho, esto lo voy a guardar por si un día me lo pongo … o en cuanto pierda unos kilillos me quedará estupendo … si seguro que en cinco años se vuelve a llevar … Pues así tenía yo bufff, ni lo sé. Y os doy un consejo, si ese jersey verde lleva más de dos temporadas en el cajón y no te lo has puesto, no te lo vas a poner nunca más, os lo aseguro. He hecho el experimento miles de veces, y siempre con igual resultado. Así que he sacado más de dos bolsas de ropa (entre mi futuro y yo) que no me voy a poner más y que han dejado el armario de lo más colocadito, amplio y oliendo a lavanda que da gusto.
Y como no me parecía suficiente, y ya que estaba metida en faena, el espíritu de maruja me ha invadido y lo que ha empezado como una tarde de cambio de armarios, ha terminado con una limpieza general en toda regla: el baño, las habitaciones, el salón … y en la cocina me he parado, que eso se merece un capítulo aparte. Una semana entera me ha llevado dejar mi casa como los chorros del oro. Para que ahora se ponga a llover de nuevo y mis ventanas dejen de parecer transparentes (ains).
Y que conste que no es que me guste estar todo el día meneando el estropajo o la fregona, pero ahora todo se ve tan limpito y ordenado que da gusto. Ha merecido la pena el palizón … menos mal que el espíritu de la limpieza solo me posee un par de veces al año.
PD. Ya te dediqué una entrada a su debido tiempo, y hoy me reitero en la idea. Emocionada estoy con tu comunicado de esta mañana. Te deseo lo mejor en tu nueva vida, la que hoy empieza y en la que estoy segura de que serás muy afortunada. Feliz independencia.
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