Parece que al final el hombre del tiempo me ha hecho caso, y tanto pedir que llegara el frío, nos hemos levantado esta semana con temperaturas bajo cero... I´m sorry, yo no quería llegar a estos extremos.
Y con el frío llega de la mano la Navidad, dulce Navidad. Dulce sí, para quien las pasa tranquilas. Porque la Navidad para algunos es un quebradero de cabeza, y un correr de un lado a otro. Y eso que son mis últimas navidades de soltera, que no sé yo si el matrimonio el año que viene me traerá obligaciones también en estas fechas.
Para empezar estaré indigesta hasta el 20 de enero. A las comidas con los compañeros, amigos y familia, las fechas claves, unirle las navidades alternativas que acabamos celebrando. Porque hay una nochebuena con mamá, y una con papá, y luego otra con los abuelos. Que no me malinterpretéis, si me encanta, pero tanto langostino me da un poco de acidez. Nos tomamos las uvas dos veces, una el 31 (este año me las tomo con Belén y J. Javier vamos) y otra en otro día indeterminado, serpentinas incluidas. Y desde el 4 de enero estamos comiendo roscón hasta para el aperitivo. Desafortunadamente un año descubrí que el día 7 de enero los roscones que sobraban los vendían a precio de saldo, y desde entonces tengo la costumbre de comprarlos de todos los colores y sabores. Lo que yo so digo, indigesta hasta el 20 de enero mínimo.
Pero no todo son pegas. Os he dicho mil veces que tener una familia desestructurada (pero bien avenida) tiene sus ventajas, y en estas fechas también. Si bien los primeros días de Navidad se nos hacen un poco más raros, todo cambia el día de Reyes. Lo siento progenitores, pero tener padres divorciados cuando hay regalos de por medio, ¡es genial! Os prometo que ese día acabamos muertos ... Nos levantamos sobre las 6 de la mañana con ansia infantil: regalos en casita. Desayuno y roscón en casa de mamá: regalos. Desayuno y roscón en casa de papá: regalos. Visita a casa de la tía: regalitos. Reunión macrofamiliar en casa de los abuelos y aperitivo: ¡¡más regalos!! Comida multitudinaria y visita a la familia del pueblo: regalos. Volvemos a casa tan cargados que a veces he pensado que si nos para la guardia civil nos detiene por haber atracado carrefour.
A última hora de la noche coloco todo encima de mi cama, algo que llevo haciendo desde que me alcanza la mente, y disfruto de todos los regalos. Miro despacio cada cosa y pienso que haré con ella, donde voy a ubicarla. El día de Reyes está colocado justo al final de la Navidad para que los que tenemos un sabor agridulce estas fechas podamos sobrevivirlas pensando solo en el final. Es materialista, egoísta y mi padre sentenciaría, con esa alma de psicólogo que ahora tiene más que nunca, que probablemente se base en el consumismo que hemos desarrollado, algo relacionado con recuerdos infantiles subyacentes y alguna carencia emocional. Él es así. Me da igual, en serio. Analiza lo que quieras, pero sigue comprándonos mil cositas para que resolvamos nuestros problemas emocionales ... ¡Dulce Día de Reyes!
Y con el frío llega de la mano la Navidad, dulce Navidad. Dulce sí, para quien las pasa tranquilas. Porque la Navidad para algunos es un quebradero de cabeza, y un correr de un lado a otro. Y eso que son mis últimas navidades de soltera, que no sé yo si el matrimonio el año que viene me traerá obligaciones también en estas fechas.
Para empezar estaré indigesta hasta el 20 de enero. A las comidas con los compañeros, amigos y familia, las fechas claves, unirle las navidades alternativas que acabamos celebrando. Porque hay una nochebuena con mamá, y una con papá, y luego otra con los abuelos. Que no me malinterpretéis, si me encanta, pero tanto langostino me da un poco de acidez. Nos tomamos las uvas dos veces, una el 31 (este año me las tomo con Belén y J. Javier vamos) y otra en otro día indeterminado, serpentinas incluidas. Y desde el 4 de enero estamos comiendo roscón hasta para el aperitivo. Desafortunadamente un año descubrí que el día 7 de enero los roscones que sobraban los vendían a precio de saldo, y desde entonces tengo la costumbre de comprarlos de todos los colores y sabores. Lo que yo so digo, indigesta hasta el 20 de enero mínimo.
Pero no todo son pegas. Os he dicho mil veces que tener una familia desestructurada (pero bien avenida) tiene sus ventajas, y en estas fechas también. Si bien los primeros días de Navidad se nos hacen un poco más raros, todo cambia el día de Reyes. Lo siento progenitores, pero tener padres divorciados cuando hay regalos de por medio, ¡es genial! Os prometo que ese día acabamos muertos ... Nos levantamos sobre las 6 de la mañana con ansia infantil: regalos en casita. Desayuno y roscón en casa de mamá: regalos. Desayuno y roscón en casa de papá: regalos. Visita a casa de la tía: regalitos. Reunión macrofamiliar en casa de los abuelos y aperitivo: ¡¡más regalos!! Comida multitudinaria y visita a la familia del pueblo: regalos. Volvemos a casa tan cargados que a veces he pensado que si nos para la guardia civil nos detiene por haber atracado carrefour.
A última hora de la noche coloco todo encima de mi cama, algo que llevo haciendo desde que me alcanza la mente, y disfruto de todos los regalos. Miro despacio cada cosa y pienso que haré con ella, donde voy a ubicarla. El día de Reyes está colocado justo al final de la Navidad para que los que tenemos un sabor agridulce estas fechas podamos sobrevivirlas pensando solo en el final. Es materialista, egoísta y mi padre sentenciaría, con esa alma de psicólogo que ahora tiene más que nunca, que probablemente se base en el consumismo que hemos desarrollado, algo relacionado con recuerdos infantiles subyacentes y alguna carencia emocional. Él es así. Me da igual, en serio. Analiza lo que quieras, pero sigue comprándonos mil cositas para que resolvamos nuestros problemas emocionales ... ¡Dulce Día de Reyes!
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