7 de junio de 2009

Urbano y Encarni

Lo que a mi me pasa es surrealista. No tiene nombre. Resulta que cuando nos mudamos la última vez, Telefónica tuvo la genial idea de asignarnos un número que ya había utilizado otro titular. Hasta ahí normal, los números de bajas se vuelven a repartir porque no son infinitos. Pero es que a mi me ha tocado la lotería con este. Los anteriores titulares son un tal Urbano García y su mujer Encarnación Aceituno. Y se han dedicado a repartir su número a media población española, en una época en la que lo principal son los móviles y todos sabemos que el fijo de casa solo vale para tener internet.

No hay día que no llame alguien preguntando por el tal Urbano o la tal Encarnación. La tipa debe haberse apuntado a todas las promociones del mundo mundial y nos intentan vender de todo, y ya que la señora no está pues les atiendes y si cuela … Nos han llamado hasta veinte veces en un día, a la hora de la siesta un sábado, a las siete de la mañana un lunes (lo juro) … pero las mejores anécdotas son de los familiares. Imaginaros, mi futuro esposo haciendo la cena, yo tendiendo la lavadora (bucólica imagen de enamorados) y el teléfono que vuelve a sonar:

- ¡Encarni! ¡Dile a mi primo que se ponga anda!

- Disculpe, pero se ha equivocado.

- ¡¡Encarni!! ¡¡que se ponga tu marido joer!!

- Perdone, le digo que se ha equivocado, que aquí no vive ninguna Encarni ni ningún marido suyo …

- ¡Déjate de coñas hombre! y dile a mi primo que se ponga ya, que se que eres Encarni (avispado el tipo no me digáis, le faltó decir que me había reconocido la voz).

- Mira perdona, pero te vuelvo a decir que no soy Encarni, y que tu primo no está, pero mi novio está haciendo la cena, si quieres le digo que se ponga y hablas con él.

- ¡¡Mira la Encarni que cachonda!! ¡Dile a Urbano que se ponga joer, que tengo que hablar con él coñooooooo …


Y la conversación se prolongó durante cinco minutos más, hasta que el tipo se dio cuenta de que yo no era Encarni y que su primo no estaba en mi casa y me estaba tocando las narices. Pero le costó darse cuenta.

Otro día llegamos de la calle y me encontré con un mensaje en el contestador de 14 minutos y medio. Una madre del colegio de los niños de Urbano y Encarni llamó para hablar del disfraz del fin de curso. Y como Encarni no estaba, la buena mujer contó con todo lujo de detalles el proceso de creación de la diadema de mariquita que llevarían las niñas. Que si estaba esperando que la Encarni siguiera los pasos, me da a mi que la niña se presentó a la función sin diadema …

Y esta mañana la última. Que si está Urbano. Que se ha equivocado. Que no, que no, que si está Urbano García. Que sí, que aquí no vive ningún Urbano García. Silencio al otro lado… “No si yo ya sé que vosotros os habéis divorciado y que ahora no vive ahí, pero necesito localizar a Urbano”. Me ha dado la risa claro está. Y como he podido le he explicado al buen hombre la situación, que se estaba equivocando de verdad. Y yo pensé que lo había entendido, pero antes de colgar me ha dicho si yo podía facilitarle el teléfono de Urbano … sin comentarios.

Lo peor es que no hay solución, he llamado a Telefónica y no pueden hacer nada, desconecto el teléfono o lo silencio, alguna vez cuando han preguntado por Encarni he dicho que soy yo y me he tragado el rollo, a ver si se cansan. Pero nada, la gente sigue llamando y yo cada vez que cojo el teléfono ya se que no es para mí. Mi última esperanza es que alguno de los dos lea el blog, que los nombres no son ficticios, son totalmente reales, y se den por aludidos. Pero es una situación que ha pasado de anecdótica a surrealista. Y yo no puedo con ella. Pero es que si solo fuera eso …

Acaba de sonar el teléfono (otra vez). “Hola, ¿es el Hiperchollo?. No, se ha confundido. ¿No es el Hiperchollo? ¿Está segura? A ver, déjeme que mire desde la última vez que lo hice, por si acaso … no, estoy totalmente segura, esto no es el Hiperchollo, es mi casa. ¡Ah bueno! (voz muy ofendida) es que lo pone en la bolsa eh? …”.

Tercera vez en esta semana, y estamos a martes por la mañana, que llaman preguntando por la dichosa tienda … ¿qué he hecho yo para merecer esto?

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