30 de enero de 2014

La coprotagonista de la historia

Recibo esta mañana un inquietante mensaje a través de la fanpage del blog en Facebook. Es temprano, estoy recién levantada y no entiendo muy bien como funciona la aplicación, pero veo: "No me puedes hacer esto". Creo que no he leído bien, el móvil se me apaga y mientras que lo pongo a cargar le doy vueltas a quién puede haber sido el o la remitente del mensaje. Se enciende el móvil, vuelvo a leer el mensaje, es mi madre y me dice: "No me puedes hacer esto en el trabajo ..." y antes de terminar de leer, se me vuelve a apagar el móvil. Maldita bateria, malditos teléfonos táctiles y maldito Candy Crush que le quita la energía al aparato y a mi. Enciendo angustiada por mi progenitora. Definitivamente, necesito un Iphone. Esto tarda la vida en arrancar y yo no puedo estar con el corazón en un puño porque mi madre me reprocha algo, y me dice que no le puedo hacer ... lo que sea que averiguaré cuándo el teléfono arranque. Lo que os digo, por mis 31 años, un Iphone. Por salud mental. Estamos a 10 días, ahí lo dejo. 

Por fin tengo el mensaje completo, y respiro tranquila, mi madre me riñe porque acaba de leer la última entrada de Clara: "No me puedes hacer esto en el trabajo, menos mal que estoy sola porque los lagrimones me corren por la cara ...". Es decir, que mi profesora de costura se desternilla de risa en la oficina por una historia, y esto es lo que más gracia me hace, que ella ha vivido en primera persona. Pero es que se lo recuerdas ahora, y se desternilla igual. O más.  

El otro día me preguntaba una amiga si mi madre es seguidora del blog. No es que sea seguidora, es que yo creo que es una de mis mayores fans. La que más se ríe, y la que continuamente me pide que escriba. Y es que además, en muchas ocasiones es la coprotagonista de las aventuras de Clarita, porque siguiendo las reglas de una buena relación maternofilial, discutimos tres veces al día, pero nos reímos unas cuántas más, y soy totalmente incapaz de imaginar mi vida sin ella a mi lado. Discutiendo, pero sobre todo riendo.

El viernes pasado decidimos salir de compras por la tarde. A un par de ópticas, a ver gafas. Nos emperifollamos, abrigo, bolso, llaves del coche y bajando la avenida. 

- Clara: "Bueno mamá ¿y cómo quieres las gafas?¿cómo te las vas a comprar?
- Mamá de Clara: "No, si yo no me voy a ver nada, yo solo vengo a acompañarte a ti, ¿tú como te las vas a comprar?
- Clara: "No mamá, yo no me voy a comprar ningunas, si yo venía para acompañarte a ti ...". 
- Mamá de Clara: "No no, yo a ti ..."
- Clara: "Mamá da la vuelta y vamos a tomarnos un café al parque porque ya nos vale ...".

Menos mal que nos dio por hablar del tema en el coche, porque no me quiero ni imaginar ese mismo diálogo en la óptica con la dependienta delante. Es que lo estoy viendo. Al final alguna de las dos se hubiera comprado unas gafas por no quedar en vergüenza. Si no las dos. Lo veo. No sé cómo llegamos a la conclusión de que la otra se iba a comprar unas gafas. No tengo ni la más remota idea, pero las risas cada vez que nos acordamos no se pagan con dinero. 

(Mamá, cuando leas esta entrada, por favor recuerda respirar, que a veces te ríes tanto que te pones de un color azul-morado que nos da muchísimo miedo).

4245 besos por todas la visitas al blog, por vuestros mensajes de cariño y ánimo y por vuestro aliento en esta aventura. Sois los mejores. Y mi madre, la que más. 

Clara Como la Vida Misma



26 de enero de 2014

Domingo de costura

Las tardes de domingo son lo mejor. No entiendo como hay gente a la que no le gustan. A mi me pirran. Llevo en pijama todo el día, me he levantado tarde, entre examen y examen he horneado un brownie de chocolate negro y ahora, con la película de Antena 3 de fondo, aprendo a coser. Bueno, mi madre cose y yo miro cómo lo hace. Bueno, en realidad no miro, de vez en cuando ella me pregunta algo y yo levanto la vista del ordenador y contesto. Y a veces yo le pregunto y ella contesta. En realidad no me he enterado de nada de lo que ha hecho, aunque algunas nociones téoricas se me han quedado. Creo. Ahora no me acuerdo qué era la canilla. Da igual, es la primera clase, una mera toma de contacto. Luego lo busco en Google.

Este afán mío por la costura no es reciente, tengo ganas de aprender a coser desde hace algunos meses. Pero buscando fundas para mi libro electrónico di con una página de una chica que las hacía artesanas y que te mueres de bonitas. Y caras. Que yo entiendo que lo artesano tiene mucho mérito, que no seré yo quién la critique, pero como una vuelve a estar en paro-sin-ayuda-del-estado, pues pensé que si supiera coser, pues yo me podría hacer una funda tan bonita como las de la chica de internet. Y gratis. Y así lo manifesté en casa mientras comíamos. Bendita la hora. Os cuento la conversación:

-Clara: Me voy a apuntar a clases de costura. Pásame el agua mamá.
-Mamá de Clara: ¿A clases de costura? ¿Tú? ¿Estás segura?
- Clara: Pues sí, es que verás mamá, he estado buscando fundas en internet para el libro y he visto que la gente las hace y quedan muy originales. Si yo supiera las nociones básicas de costura, con la de telas que tenemos y tu máquina de coser, llegaba y pumpumpum, en una tarde la tengo hecha y no tengo que comprar una. 

(Y con esto del pumpumpum yo me refería a que de manera fácil, rápida y sin ayuda, podía obtener un resultado óptimo).

Se oyen risas en la mesa. Mi santo marido que hasta entonces no ha intervenido, se ríe de mi y de mi funda de libro. Le pregunto que qué pasa, que si no puedo aprender a coser. Y me dice que por supuesto, pero que le hace mucha gracia mi expresión pumpumpum. Que conmigo, las cosas no son pumpumpum y que para cada aventura en la que me embarco necesito de madre-marido-hermana o similar que me ayude, que no me visualiza con la maquina de coser sin haberme hilvanado un dedo y que recuerde que las manualidades no son lo mío. 

Ante tanta clarividencia me callo. Mi marido sabe que la última vez que me tuve que subir un dobladillo de un pantalón lo grapé. Y que la vez anterior lo cogí con imperdibles y me fui así a la calle. Y que la vez anterior ... bueno, mejor no lo cuento porque terminaré de echar por tierra mi reputación. Tiene razón. Conmigo las cosas no son pumpumpum, al menos no las que requieren de una habilidad manual. Por eso he decidido que mi madre me enseñe a coser. Ella cose y yo os lo cuento. Luego le digo que me haga un resumen, que no me he enterado muy bien. 

Le ha quedado la funda del libro preciosa. Creo que debería ponerlas en internet y venderlas a precio oro. Yo le gestiono la marca online y vamos a medias. Nos íbamos a forrar, lo sé. Voy a terminar de corregir los exámenes pendientes antes de irme a la ducha y cambiarme de pijama. No tardaré mucho, con estas cosas de la mente, sí me funciona el pumpumpum (gracias a dios).

¡Feliz tarde de domingo!

Clara Como la Vida Misma




22 de enero de 2014

(In)Cumpliendo propósitos

Yo como siempre, cumpliendo los propósitos que me marco. ¿Pero para qué está un propósito, si no es para saltárselo? Especialmente esos que nos hacemos con el comienzo del año. Yo este año, solo he propuesto uno, y ya veis que no lo he cumplido. Menos mal que no hice una larga lista, si no ya estaría frustrada antes de acabar el mes. 

El caso es que hoy estaba medio dormida con el gallinero de Sálvame de fondo, que es como a mi me gusta dormir las siestas, y me he despertado de golpe con la imperiosa necesidad de escribir en el blog. O eso, o es que Mila Ximénez ha pegado una voz. El caso es que aquí estoy, aunque no tengo ni la más remota idea de qué voy a contaros. Tengo mucha envidia de las blogueras a las que sigo, que tienen la disciplina de publicar varias veces al mes, incluso algunas, varias veces a la semana. Da igual de lo que hablen, pero el caso es que lo hacen y no tienen esos eternos silencios en los que se sume Clarita durante meses.

En fin, ya estoy de vuelta, el karma me ha dado un toque y cuando pueda, pasaré a contároslo. Mientras tanto me he pintado las uñas de rojo (también las de los pies), me he puesto un tablón de motivación en el cuarto para plasmar mis objetivos propuestos (y así verlos todos los días y que me muerda la conciencia si no me pongo a ello, aunque ya sabéis que mi conciencia es una cara dura) y he cambiado la melodía al móvil para sacarme una sonrisa cuando alguien me llame. No sabéis lo importante que es eso. Hoy me ha sonado y me ha dado hasta pena contestar. Os la dejo, por si alguien quiere copiarme y llenar de energía positiva sus llamadas entrantes. 

Por enésima vez, Clara vuelve.