5 de julio de 2012

Marido on way (en camino)

Marido montado en el avión Toronto-México a 25 minutos de su llegada. Ya ha cruzado el charco, literalmente. Y ha hecho escala en Canadá, visita al dutifrí incluida. Le ha dado tiempo a decirme que todo muy bien, que él ya solo quiere volar con AirCanadá. Miedo me da. A ver como meto yo a éste otra vez en un vuelo cortesía Ryanair después de la experiencia ... Y yo, mientras tanto, nerviosita perdía todo el día. He logrado escribir y leer algo esta mañana, pero a media tarde he salido a dar una vuelta. Una vuelta rápida que dirían los entendidos del tema, con tres objetivos claros: 

Objetivo nº1: Comprarme un bañador. Me he traído el socorrido bañador negro de Decathlon para salir del paso, pero como comprenderéis para las playas caribeñas y pacíficas Clarita necesita algo con mucho más color, más glamour, y a poder ser que no deje marcas en los hombros, ni el característico círculo en la espalda. Objetivo nº2: Encontrar un centro de estética, con servicios de depilación. Los bañadores glamourosos quedan mucho más monos, con las piernas depiladas. Dónde va a parar. Objetivo nº3: Salvar la tecla F5 de mi ordenador. Por diversas circunstancias, la pobre es siempre la que más sufre. Y hoy, por más que la pulsaba cada 15 segundos para ver el estado del vuelo, el avión, no avanzaba. Al menos no más de lo que le correspondía. Y como mi marido no llegará antes, por mucho actualizar página mediante, he salido a despejarme.

Primera parada Instituto de Belleza Integral. Chicas aprendiendo, solo cobran el material. Buena pinta. Me voy a arriesgar. Perdona, pero sólo tenemos servicios de depilación a partir del mes de noviembre ... Mmmmhh lógico ¿porque es en invierno cuando la gente más se depila? Venga, sigamos buscando. Ocho calles después y una hora más tarde no había sido capaz de encontrar ni un solo sitio que me quite los pelos a lo español, con tirones de cera y sufrimiento de por medio. El objetivo bañador no ha ido mucho mejor. Ni una sola tienda, tenía trajes de baño. Además me he dado cuenta de que China (también) ha invadido México. Será que viniendo por el otro lado, les queda más cerca. He entrado en tiendas en las que no me atrevería a encender un mechero. Peligro, altamente inflamables. 

Mi esperanza ha renacido cuando en una de las calles, he localizado el Corte Ingles. Sí, como lo oís. Un Corte Inglés, con sus letritas en la puerta. Inconfundible. Qué emoción. El sitio al que acudes en España, cuando has agotado todas las posibilidades previas. Estoy salvada. Pero resulta que el Corte Inglés de aquí es un tongazo. Y solo vende ropa de hombre. Y por supuesto, no tienen gabinete de belleza.

Así que más frustrada que antes, sin bañador, con los mismos pelos en las piernas con los que salí, y sin planes a corto plazo de hacerlos desaparecer, me he vuelto a casa. Y he olvidado que no tenía nada para cenar. Por supuesto, no puedo salir a comprar ahora, que tengo que seguir dándole al F5, no sea que el avión se desvíe de su recorrido, y yo no me entere. 

Os dejo con la foto del Corte Inglés, que yo sé que algunos incrédulos, no iban a creerme... al lado, la invasión china. 22 minutos... y mi marido pondrá un pie en tierras mexicanas... 21 minutos... 20 minutos...

El Corte Inglés en el centro de Xalapa (Veracruz).

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