23 de abril de 2013

De médicos, enfermeras y salas de espera

Qué mejor día para que Clarita os cuente una aventura que el Día del Libro, para mi uno de los más bonitos del año. Vamos a celebrarlo como mejor podemos hacerlo, yo escribiendo, vosotros leyendo. 

La semana pasada me tocaban pruebas médicas. En la revisión anual de, como diría mi abuela, los médicos de las mujeres, resulta que la imagen que debían obtener de ciertas partes de mi cuerpo no eran nítidas. ¿Por qué? Pues porque el aparato en cuestión estaba algo estropeado. Y el médico determinó en vez de pedir que el aparato fuera arreglado/sustituido, que me iba a mandar otras tres pruebas diferentes, para compensar. Que digo yo que nos iba a salir más caro el collar que el galgo, pero como no soy médico, me callo y obedezco. 

La semana pasada fui a la primera de ellas. Un TAC. Así, tú te imaginas que te meten en una máquina que suena, al rato te sacan y ya está hecho el TAC. Ya empezamos mal porque me dijeron que fuera en ayunas y tenía la cita a la 1 de la tarde. Pero bueno, ayuné. A las 9 de la mañana llaman a mi marido para "por favor que Clara se venga una hora antes para darle exfjdkajndahe oral y que pregunte por Laura cuándo llegue". Cómo consiguieron el teléfono de mi marido en vez de llamarme a mi es todavía un misterio sin resolver. Llego una hora antes, muertita de hambre porque desde que estoy en paro no hay día que me salte el desayuno, que algo bueno debía tener. Pregunto por Laura y me dice la que me atiende: "Ah, sí, la Chispi, sigue este pasillo y a mano derecha en la sala TAC 2 está la Chispi". A mano derecha no, a mano izquierda amiga. Dos vueltas nos costó encontrar la sala y a la Chispi. 

Sale la Chispi a atenderme. Muy simpática pero la Chispi me llega por debajo del sobaco y noto que no estamos en igualdad de condiciones. La Chispi me dice que me tengo que beber una cosa, que si soy alérgica al yodo. Yo le digo a la Chispi que no lo sé, que en principio no soy alérgica a ningún medicamento. La Chispi me dice que es muy importante que no sea alérgica al yodo, porque es lo que me van a dar. Le digo a la Chispi que sigo sin saberlo, que no me he hecho nunca esa prueba, pero que yo cuando me doy con betadine no me da reacción, que si con eso le vale. La Chispi insiste en que al ponerme el yodo intravenoso puedo tener problemas graves si soy alérgica. Le digo a la Chispi que voy a sentarme porque con lo del tema intravenoso me he mareado...

Así, en ayunas, sin preparación psicológica ni nada, mi TAC se convierte en una prueba de contraste, en la que tengo que tomar yodo oral e inyectado para que se me vean los órganos y en la que tengo que firmar consentimientos de esos que si te mueres ellos se lavan las manos. La Chispi va a por la enfermera porque me ha entrado mucho calor y me estoy mareando allí sentada en aquella sala de espera. La enfermera sale, me pregunta lo mismo, y le relato mis mismos argumentos, que a mi el betadine no me hace daño pero que no le puedo decir más. La enfermera sentencia: "bueno, tú tranquila que si te da una reacción fuerte al tener puesta la vía te metemos urbasón rápido y ya está". Toma ya. Mi madre dice: "hija por lo menos si te pasa algo, estamos en un hospital". Gracias enfermera, gracias mamá, pero la Chispi ahora mismo me cae infinitamente mejor que vosotras. 

Firmo, no sin antes preguntar si están seguras de que me tengo que hacer esa prueba, a ver si se han equivocado de paciente y yo voy a un TAC de esos sencillitos. No, no se han equivocado. Me traen una jarra y un vaso de plástico y que beba, que tengo 45 minutos para acabar con todo el líquido. Y no me voy a extender en los detalles, pero podían ponerle al yodo oral sabor a frutas del bosque o a maracuyá, porque vaya ratito que pasé ... encima en ayunas. 

Una hora después sale la Chispi a por mi. Que me quite la ropa interior y me tumbe en un aparato que parece sacado de la NASA. Me tumbo, me quedo muy quieta. Llega la enfermera, le caigo bien porque le ha hecho gracia lo del betadine, y me dice que me va a poner la vía. Y pienso yo, a ver si tienes suerte, porque mis venas van por libre y no me lo suelen poner fácil. Efectivamente, me aprieta con una goma el brazo que pienso que me está haciendo un torniquete y que voy a morir de dolor. Ahora el izquierdo, ahora el derecho. Al ratito la vena se deja hacer y me enchufan al yodo. Me explica que es una sensación muy fuerte y repentina, que voy a sentir mucho calor, escozor y la boca con sabor metálico. Yo respiro y le digo que estoy lista, que no se preocupe. Y la prueba empieza. 

La Chispi y la enfermera se van de la habitación y me dicen que me quede muy quieta. Aquello empieza a sonar como la antigua lavadora de mi madre y cierro los ojos para concentrarme y no moverme. Pero no siento nada de calor, ni escozor ni nada. Cuando llevo 10 minutos en la máquina del espacio, estoy a punto de levantar la mano para preguntarles si le han dado al botón del yodo, que yo no siento nada. En ese momento me da como un calorcillo en la cara y pienso "será esto". A los pocos segundos la Chispi llega a desenchufarme y me dice que lo he hecho estupendamente, que no me he movido nada. A punto estoy de pedirle una piruleta.

Me fui a casa con la orden de beber mucho líquido para expulsar todo lo tóxico que estaba dentro de mi cuerpo. Pero a ninguna de las dos, ni a la Chispi ni a la enfermera, se les ocurrió preguntarme en ningún momento, si por casualidad, tenía alergia al marisco, que por lo visto está relacionado con el yodo. Adivinad quién acabo en urgencias esa misma tarde porque sí, es alérgica al marisco ... Pero esa es otra historia para otro post, y otro día. 

¡FELIZ DÍA DEL LIBRO A TODOS! 

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