8 de noviembre de 2014

Clara itinerante

Esta mañana me he despertado y juro que no sabía dónde estaba. Pero no esto que te pasa que los primeros segundos del despertador abres el ojo y no te ubicas bien. No. He tenido que levantar la cabeza y mirar la mesilla para identificar en qué cama y en qué casa había dormido. Menos mal que no tengo que mirar para saber quién ronca a mi lado, ese, desde hace diez años, es perpetuo. 

Ahora es cuando pensáis, mira la petarda esta como presume de vida cosmopolita y bohemia, al estilo actriz de Jolibú que duerme en hoteles de cinco estrellas y despierta siempre en una ciudad diferente. Un mojón. Pero un mojón así de grande. Ni actriz ni cosmopolita ni hotel ni ná de ná. Que ahora tengo dos casas. No, no empecéis otra vez con la rica que se permite casa en la ciudad y en la playa, que os conozco. 

Tengo dos casas porque vuelvo a las aulas, y no me queda más remedio que hacerlo a 300 km de casa. Y como marido tiene trabajo y no se  puede mover, pues nos toca llevar la relación a distancia. Me dice "como cuando éramos novios cari, viéndonos los fines de semana". Si, pero ahora te toca hacer la cama y pasar la aspiradora antes de verme, no se te olvide. Y no lo llevo del todo mal, que conste. Después de casi cuatro años, volvemos a trabajar los dos a la vez, y entran dos sueldos en casa, los del banco nos van a llamar porque no se lo creen. Pensarán que estamos blanqueando dinero, que eso ahora se lleva mucho. Ayer fui a primark a comprar unas mantas para el sofá y cuándo pagué casi se me saltan las lágrimas de felicidad, hacía tanto tiempo que no compraba sin mirar el saldo de la tarjeta. Doce euros que me gasté, un derroche sin sentido.

Tener dos casas, además de comprar toda la cosmética doble, que eso mola un montón, va a suponer hacer muchos kilómetros para ver a mi nuevo novio, cómo se hace llamar ahora. Y despertar muchas veces sin saber dónde has dormido y mirar la mesilla para ubicarte. Y que te pasen cosas como la que me pasó hace unos días volviendo de una casa a otra. Me levanté temprano y ligera de equipaje me fui a la estación, en tren iba a hacer el primer tramo de mi viaje. 

Qué bien sienta madrugar, llegar al andén escuchando la radio, toda bohemia, toda cosmopolita y toda vintage con ese toque de romanticismo que tiene el viaje en ferrocarril, como en las películas antiguas. Me monté en el vagón y me senté en ventanilla. Qué lujo todo el habitáculo para mi sola y para otro señor que leía concentrado tres asientos más lejos. Me encanta el tren, voy a dejar que el paisaje adorne mi mañana e ilumine mis pensamientos, qué silencio, todo muy en color sepia ... bueno, voy a mirar el paisaje si soy capaz de subir la persianilla esta... joer, que no sube... a ver si bajándola hasta abajo luego retrocede sola ...no, así tampoco, ahora la he bajado más... tiene que haber un botón o una palanquita por aquí... no, esto es para mover el asiento... espera que voy a empujar para arriba... nada, esto no se mueve cagüen... y seguro que no hay un botón, que estos de Renfe son muy modernos... si lo hay no lo veo... joder, de todos los asientos me he tenido que sentar en el único con la persiana cerrada... pero si me cambio van a pensar que soy una cateta que nunca se ha montado en tren así que me quedo aquí... total, así mejor que no me da el sol, y el paisaje es el mismo que el de la autopista, que lo tengo ya muy visto...

Concentrada estaba leyendo con los pies subidos al asiento de enfrente cuando entra una pareja en el vagón y se sientan justo detrás de mi. Bueno, se sientan por decir algo, porque en realidad se tumbaron uno encima del otro. Que pasión mañanera por dios bendito. Son una pareja de canis, pero canis de manual y deben haberse conocido hace poco o el aire del sur es que es muy caliente, porque llevan metiéndose mano de manera escandalosa una hora. A él le ha parecido romántico poner en el móvil una marcha de semana santa sevillana mientras la empotra contra el cristal. Ahora que me fijo, estos tienen la persiana subida, ¿a dónde le habrán dado? ... Madre mía, no voy a mirar porque deben estar ya casi desnudos, pero por favor que bajen la música que no me oigo ni a mi misma ... Ahora le suena el móvil, el quillo, que quiere salir de farra esta noche, madredemivida, yo no sabía que se podía cometer tanta falta de ortografía hablando ... Ya, ya se callan ... va a volver a poner música ... no, ahora le ha puesto un vídeo de los morancos y se ríen tanto que ella le pide que lo quite porque se va a mear en las bragas... ¿cuánto quedará para llegar? ... y la puta persiana que sigue sin subir ... y los canis que no se callan ... y yo me cago en renfe y en los viajes entrañables y bohemios en tren ... venga, que solo nos quedan diez minutos ... se han tranquilizado... se ponen a hablar de la cárcel... si le hubiera conocido antes no podría haber ido a verlo porque no tenía no se qué permiso ...esto parece una canción de Joaquín Sabina... que tú a la pena le tienes que descontar seis meses por buen comportamiento y luego otros tantos por no se qué permiso... qué romántico todo ... y bueno, mejor que se hayan conocido en la calle, que así es más fácil y se lo pueden montar en el tren y no en un vis a vis ... 

Llegamos a la estación después de que aprendiera algunas cosas interesantes sobre el régimen carcelario, este tipo de información nunca sabes cuándo te va a resultar útil. Y me bajé del tren aliviada de poder hacer el siguiente tramo hasta casa en coche, que es menos bohemio, menos cosmopolita y menos vintage, pero sé cómo se sube y baja la ventanilla para ver el paisaje...

Clara Como La Vida Misma

4 comentarios:

  1. No puedo con este post... creo que es el mejor que he leído en muuucho tiempo! tienes un don para transmitir... serán tan años de devorar libros o vendrá de fábrica,oye, pero por favor, no lo dejes!!! Clara, alegras nuestras tardes, vuelve pronto!

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    1. Jajajajaja gracias Carol!! el caso es que mis lecturas preferidas tienen una marcada tendencia al drama, será que cuando me toca escribir a mi, tengo que compensar. Esta vez no he tardado tanto ;) gracias por leerme y comentarme, siempre

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  2. Tengo que ir a Madrid pronto... y no hay Auto-Res... y el coche -me dicen- no lo puedo llevar por que "la cosa esta mu mala"...

    Tengo que ir en tren, y antes también me parecía muy romántico pero ahora estoy un poco acojonado...

    ¿Algún consejo de última hora? (por favor que no sea ir a revisar el tren dos días antes)

    Me he reído mucho. Clara en estado puro...

    Tu psicólogo favorito...

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    1. Cuidado con la elección del transporte, que me parece que tú también eres muy dado a vivir situaciones surrealista propias de Clara ... será la genética ... Gracias por leerme psicólogo, no me psicoanalices mucho ;)

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